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¿Qué es la beatificación?

¿Qué es la beatificación?

(Etim. Latín beatificatio, el estado de ser bendito; de beatus, feliz.)

La beatificación es una declaración, hecha por el Papa como cabeza de la Iglesia, de que un siervo de Dios vivió una vida de santidad (ha ejercido las virtudes cristianas en grado heroico) y/o tuvo muerte de mártir y está ahora en el cielo. La beatificación es una sentencia no definitiva, que tiende a la canonización. La beatificación permite que se le tribute culto público de veneración con ciertas limitaciones. La veneración universal está reservada para los santos canonizados.

Antes de la beatificación hay varios procesos. Primero se examina por años la vida, virtudes, escritos y reputación de santidad del siervo(a) de Dios que está en consideración. Este proceso generalmente es conducido por el obispo del lugar donde el candidato vivió o murió. Para un mártir, en este primer proceso no hay necesidad de considerar los milagros hechos a través de su intercesión.

Cuando el primer proceso revela que el siervo de Dios practicó las virtudes en un grado heroico o murió como un mártir de la fe, puede comenzar el segundo proceso, llamado Apostólico, que está a cargo de la Congregación para la Causa de los Santos (uno de los dicasterios que ayudan al Papa).

Las personas beatificadas son llamadas «Beatos»

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El rito de beatificación según nuevas disposiciones :
Fuente: Observatore Romano, 29 Sept, 2005

«la canonización, que atribuye al beato el culto para toda la Iglesia, será presidida por el Sumo Pontífice». En cambio «la beatificación, que es siempre acto pontificio, será celebrada por un representante del Santo Padre, que habitualmente será el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos».

El rito de beatificación tendrá lugar en la diócesis que haya promovido la causa del nuevo beato, o en otra localidad que se considere idónea para ello. Podrá tener lugar en Roma a petición de los obispos y de los actores de la causa, contando con el parecer de la Secretaría de Estado del Vaticano.

El rito de beatificación se desarrollará en la Celebración Eucarística, a menos que especiales razones litúrgicas sugieran que éste tenga lugar en el curso de la celebración de la Palabra o de la Liturgia de las Horas.

Si Cristo ya resucitó, ¿por qué veneramos el crucifijo?

Si Cristo ya resucitó, ¿por qué veneramos el crucifijo?

Los protestantes se preguntan por qué los católicos exhibimos la Cruz con el cuerpo de Cristosi Jesús ya ha resucitado.

La cruz es parte inseparable del misterio pascual que incluye pasión, muerte y resurrección.

Los católicos profesamos que Cristo ha muerto por nuestros pecados y ha resucitado glorioso. El crucifijo en ninguna manera niega la resurrección sino que manifiesta la seriedad de nuestros pecados y el amor infinito con que Cristo murió salvarnos.

Jesús enseñó: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy. -Juan 8:28

La Cruz, es mencionada explícitamente 29 veces en el Nuevo Testamento. Muchas mas veces se refiere a ella sin usar la palabra exacta. No es el madero en su sentido material en lo que ponemos nuestro corazón sino en Jesús que por nosotros colgó de el. El es quién nos atrae. Jesús nos dijo:

Y yo cuando sea levando de la tierra, atraeré a todos hacia mí. -Juan 12,32

Esta enseñanza es válida para todos los tiempos. Contemplar a Jesús «levantado» en la Cruz es clave para conocerlo íntimamente.

San Pedro y San Pablo proclaman la cruz sin cesar. 

¿Acaso no sabían ellos que Cristo ha resucitado? Claro que sí, pero comprendían la importancia de tenerla siempre presente porque ella es el poder de Dios contra todas las fuerzas infernales: las fuerzas de la carne, es decir de nuestro ego. La carne tiende a su placer, su conveniencia, su engrandecimiento; la cruz pone a muerte todo eso para que reine el Amor

Hechos 2,36
«Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado»

Gálatas 2,19
En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado.

Gálatas 5,24
Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias.

Gálatas 6,14
«Lo que es a mi, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mi, y yo para el mundo.»

I Corintios 1,13
¿Esta dividido Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por vosotros?

Los cristianos siempre hemos tenido la Cruz como signo del amor y poder de Cristo. Hay amplia evidencia que desde los primeros siglos se levantaban cruces como signo de la fe en Cristo.

A los que nos atacan por llevar la cruz en el cuello o tenerla en un lugar de honor en nuestras casas o por erguirla sobre un lugar visible, hemos de responder con San Pablo:

Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan – para nosotros – es fuerza de Dios. -I Corintios 1,18

Nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. -I Corintios 1,23-24

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La Cruz, sea que tenga representado el cuerpo de nuestro Salvador o no, es el mismo signo. Pero los católicos solemos representarla con Su cuerpo por el valor que tiene contemplar su pasión, el amor con que nos salvó.

Jesús nos ordenó a abrazar también nosotros la cruz:  «Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» -Mateo 16,24

Contemplarle en la cruz nos sana espiritualmente, como sanó al ladrón que estaba junto a Jesús cuando él le dijo “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” -Lucas 23:43. También sanó al centurión que estaba a los pies de la cruz, que se convirtió y dijo: “Este hombre era el Hijo de Dios” -Marcos 15:39.

Contemplar el crucifijo es un acto de fe. Nos inspira a tener la misma actitud que Cristo, que se humilló y obedeció hasta la muerte, incluso hasta la muerte por crucifixión” -Filip. 2:5,8.

El crucifijo hace visible el sacrificio de Jesús y de esa manera nos llama a “ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios a través de Jesús” -Pe. 2:5,  y a “ofrecer nuestros cuerpos  como un sacrificio vivo” -Rom. 12:1

La revelación del amor perfecto es la cruz mientras que la resurrección es su victoria. La cruz le costó a Jesús inmensos sufrimientos que aceptó libremente por nosotros. La resurrección manifiesta su poder sobre la muerte, su gloriosa victoria.  

Cristo transformó el sentido de la Cruz. Antes era la vergüenza e ignominia mas grande posible, ahora es la gloria y la victoria máxima. Amor a la Cruz nos comunica la gracia para ser fieles en nuestras cruces unidas a la Suya.

Es una costumbre muy antigua representar a Jesús en diferentes momentos de su vida. En las catacumbas vemos que los cristianos de los primeros siglos expresaban su amor a Jesús por medio de imágenes. Los que se oponen al crucifijo, ¿acaso no muestran imágenes de Jesús cuando era niño en Navidad?. La imagen del Niñito Jesús representa un momento de Su vida al igual que su crucifixión representa otro, y éste es el momento que cambió para siempre nuestras vidas.  

¡Te adoramos oh Cristo y te bendecimos, porque por tu santa Cruz redimiste al mundo! -Amén.

¿Hay salvación fuera de la Iglesia?

¿Hay salvación fuera de la Iglesia?

El Padre Peter Stravinskas en su artículo Can outsiders be saved? analiza el tema de la salvación fuera de la Iglesia y la doctrina católica. Les ofrezco mi resumen en español. -Padre Jordi Rivero.

San Pedro dijo: «Porque no hay bajo el cielo otro nombre (que Jesús) dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.» -Hechos 4,12. Como otras enseñanzas, esta debe ser entendida a la luz de toda la Sagrada Escritura y de la sabiduría que el Espíritu Santo da a su Iglesia a través de los siglos.

San Pablo en 1 Tim 2,4: (Dios) que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. ¿Cómo se reconcilia este deseo de Dios con lo dicho arriba por S. Pedro y el hecho de que tanta gente muere sin conocer a Jesús?

Los Santos Padres enseñaron que no hay salvación fuera de la Iglesia. Cipriano, por ejemplo, dijo: «No puedes tener a Dios como Padre si no tienes a la Iglesia como madre». Sin embargo estas enseñanzas se referían a aquellos que, habiendo conocido la fe verdadera, la rechazaron.

San Agustín pensaba que, habiéndose proclamado el Evangelio en todas partes, los judíos y otros que no aceptaban a Jesús serían condenados. Esta enseñanza tuvo mucha influencia porque la Iglesia buscaba la interpretación correcta de lo dicho por S. Pedro. Pero la interpretación de S. Agustín no llegó a ser universalmente aceptada. Hemos de recordar que aun los Padres y los santos cometen errores en aquella materia que no está claramente definida.

Más tarde Santo Tomás de Aquino también enseñó sobre la necesidad de pertenecer a la Iglesia para salvarse pero al mismo tiempo enseñó sobre la posibilidad del «bautismo de deseo»: Uno puede obtener salvación sin ser de hecho bautizado, si la persona deseó el bautismo, tal deseo es el resultado de la fe que actúa por medio de la caridad, por la que Dios, cuyo poder no está atado a los sacramentos visibles, santifica la persona interiormente. (ref.: Summa Theologiae III, q.68, a.2).

El Papa Pío IX en Singulari Quadam enseñó la doctrina de «no salvación fuera de la Iglesia» con algunos importantes matices. Enseñó, por ejemplo que algunos trabajan en «ignorancia invencible» sobre nuestra religión pero observan con perseverancia la ley natural y sus preceptos que Dios ha «inscrito en el corazón de todos». Estos están listos para obedecer a Dios y viven una vida honesta y recta por lo que pueden, por la obra de la luz divina y la gracia, alcanzar la vida eterna».

Ochenta años después de la encíclica de Pío IX, el Papa Pío XII publicó Mystici Corporis en 1943. En ella enseña que los que están fuera de la Iglesia Católica deben ser prestos en seguir las mociones interiores de la gracia y rescatarse de ese estado en el que no pueden estar seguros de su propia salvación. Porque, aunque, en cierto deseo inconsciente ellos puedan estar relacionados al Cuerpo Místico del Redentor, pueden quedar desprovistos de tantos y tan poderosos dones y ayudas del cielo que sólo pueden gozar dentro de la Iglesia Católica.

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En 1949, una carta del Santo Oficio al Arzobispo Cushing hace referencia a la encíclica de Pío XII: El Papa censura a aquellos que excluyen de la salvación eterna a todos los hombres que se adhieren a la Iglesia sólo con un deseo implícito; también censura a aquellos que falsamente mantienen que los hombres pueden salvarse igualmente en todas las religiones».

Entre los Concilios Vat. I y Vat. II, el teólogo Ives Congar enseñó que «elementos» de la única Iglesia verdadera existen fuera de sus fronteras visibles. Otro teólogo, Henri de Lubac continuó esa línea. Ambos fueron periti (Latín «expertos») oficiales en el Vaticano II y ambos han sido nombrados cardenales por el Papa Juan Pablo II.

El Concilio Vaticano II no cambió la doctrina sino que cristalizó casi 1900 años de desarrollo teológico.

En Lumen Gentium el Concilio confirmó la doctrina de que la Iglesia es necesaria para la salvación porque Cristo, hecho presente para nosotros en Su Cuerpo, que es la Iglesia, es el único Mediador y único camino de salvación. La Iglesia es el «sacramento universal de salvación». Toda salvación viene por la Iglesia de Cristo, fuera de esta gracia no hay esperanza de vida eterna. Esta verdad debe entenderse en conjunto con lo siguiente:

Refiriéndose a los cristianos no católicos, el Decreto sobre el Ecumenismo enseñó que ellos también llevan a cabo muchas acciones sagradas de nuestra religión cristiana. Estas acciones pueden verdaderamente engendrar una vida de gracia y pueden proveer acceso a la comunidad de salvación. Aunque tienen defectos, estas comunidades no carecen de significado e importancia en el misterio de salvación ya que el Espíritu de Cristo las utiliza como medio de salvación. Pero estos medios de salvación derivan su eficacia de la misma plenitud de gracia y verdad confiados a la Iglesia Católica.

Juan Pablo II en La Unicidad y Universalidad Salvífica de Cristo y de la Iglesia:

En conexión con la unicidad de la mediación salvífica de Cristo se encuentra la unicidad de la Iglesia por Él fundada. En efecto, el Señor Jesús constituyó su Iglesia como realidad salvífica: como su Cuerpo, mediante el cual Él mismo obra en la historia de la salvación. Así como existe un solo Cristo, existe un solo Cuerpo: «una sola Iglesia católica y apostólica» (cf. Símbolo de la fe, DS 48). El Concilio Vaticano II dice al respecto: «El santo Concilio enseña, apoyándose en la Sagrada Escritura y la Tradición, que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación» (Lumen gentium, 14).

Es verdad que los no cristianos -lo ha recordado el Concilio Vaticano II- pueden «conseguir» la vida eterna «bajo el influjo de la gracia», si «buscan a Dios con corazón sincero» (Lumen gentium, 16). Pero en su búsqueda sincera de la verdad de Dios, ellos de hecho están «ordenados» a Cristo y a su Cuerpo, la Iglesia. Se encuentran, por tanto, en una situación deficitaria, si se compara con la de aquellos que, en la Iglesia, tienen la plenitud de los medios salvíficos. Así se entiende que, siguiendo el mandato del Señor (ver Mt 28,19-20) y como exigencia del amor a todos los hombres, la Iglesia «anuncia, y tiene la obligación de anunciar incesantemente a Cristo que es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas» (Nostra aetate, 2).

¿Qué es el Tarot?

¿Qué es el Tarot?

El Tarot es un método muy popular de adivinación en el que se utiliza un paquete de cartas para «leer la vida» de alguien. (Ver también: cartomancia)

El paquete consta de 78 cartas. 56 están contenidas en cuatro diferentes grupos, formando lo que le llaman «arcana menor». Las otras 22 cartas contienen figuras y componen la «arcana mayor». Este grupo proviene de Hermes Trismegistus, consejero de Osiris, rey de Egipto, y están relacionadas frecuentemente con la Cábala.

Las 22 cartas de la arcana mayor son la llave del Tarot. Estas corresponden a las letras del alfabeto hebreo. El estudio de la arcana mayor revela muchas creencias de aquellos que siguen la cábala.

tarot
Cartas del tarot

Poniendo las cartas de Tarot en forma del «árbol de la vida», se usan para adivinar y se pretende leer la vida de personas. El propósito específico de leer las cartas del Tarot es adquirir conocimiento sobre alguien o sobre eventos en la vida de una persona que no están disponibles a través de medios naturales ni recurriendo a Dios.

Dios no responde a lo que no nos toca saber. Por eso, los que leen las cartas van a otras fuentes. Entonces, ¿a quien recurren?, ¿que poder espiritual piensan ellos que pueda responderles fuera de la voluntad divina?. No pueden ser los buenos ángeles ni los santos ya que estos jamás actúan fuera de la voluntad de Dios. Eso solo lo hacen los demonios y son estos los que están detrás de estas prácticas.

Quizás muchos practicantes no se hagan estas preguntas. Solo van a su interés sin pensar que ofenden a Dios. Los cristianos deben saber que todo tipo de adivinación ofende a Dios nuestro Padre ya que lo abandonamos a favor de otro camino. Jesús dijo: «Yo soy el Camino, La Verdad y la Vida»

Esta práctica está condenada por el Primer Mandamiento

Estas son las causas de anulación de un matrimonio

Estas son las causas de anulación de un matrimonio

Las causas se distribuyen en tres capítulos:

1) En razón de un impedimento canónico invalidante, que no fue dispensado, o que no podía serlo: edad, impotencia, ligamen, disparidad de culto, orden, voto, rapto, crimen, consanguinidad, afinidad, pública honestidad, adopción.

2) Por causa de un vicio o defecto del consentimiento matrimonial: carencia de suficiente uso de razón, grave defecto de discreción de juicio, incapacidad para asumir obligaciones esenciales, ignorancia de la naturaleza del matrimonio, error acerca de la persona o de una cualidad, dolo o engaño, error que determina a la voluntad, consentimiento simulado, consentimiento condicionado, violencia o miedo grave, ausencia de los contrayentes, falta de exteriorización del consentimiento, incapacidad legal del procurador.

3) Por falta de forma canónica requerida para la validez del matrimonio.

Cada una de estas causas se explican en el Código de Derecho Canónico en los cánones 1073-1123.

P. Miguel A. Fuentes, IVE