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¿Fomenta la Iglesia católica el rezo con «palabrería» prohibido por Jesucristo?

¿Fomenta la Iglesia católica el rezo con «palabrería» prohibido por Jesucristo?

Padre Jordi Rivero

En Mateo 6, 7 Jesús nos enseña: «Y al orar, no charleis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados.»

Algunos interpretan que este pasaje condena la oración repetitiva. Sin embargo no se percatan de que en el próximo versículo, Mt 6, 8, Jesús nos enseña a rezar el Padre Nuestro, oración que todo cristiano se memoriza para repetirla toda su vida.

En este artículo deseamos demostrar que Jesús no prohíbe la oración repetitiva sino aquella que se hace sin poner el corazón. Los que utilizan a MT 6,7 para atacar el rezo del rosario caen en un error de interpretación, lo cual ocurre con frecuencia cuando se lee la Biblia fuera de la Iglesia católica.

Enseñanza de Jesús en Mt 6

Jesús nos enseña a orar y nos advierte de la vanagloria que obstaculiza la auténtica oración. Siempre hay la tentación en quien reza de creerse mejor que los demás por el hecho mismo de rezar. En el tiempo de Jesús los fariseos desarrollaron una elite religiosa con prácticas y rezos que eran inaccesibles al hombre común. Por eso se creían superiores. Repetían palabras en la oración poniendo más importancia en sus propios logros que en el don de Dios. Su pecado era la soberbia.

«Algunos han fallado en esto y se han dado a vanas palabrerías; pretenden ser maestros de la ley, cuando no saben lo que dicen, ni entienden lo que dogmatizan» -1 Timoteo 1,6-7

Podemos ver en este contexto por qué Jesús critica a los «que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados.» Se trata de palabras que no surgen del corazón, a lo que hoy llamamos rezar «de la boca para afuera». Estos ponen su confianza en el poder de sus propias palabras más que en Dios.

Un ejemplo de «palabrería» en la oración, del Antiguo Testamento:

I Reyes 18, 26
(Los baales) tomaron el novillo que les dieron, lo prepararon e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: «¡Baal, respóndenos!» Pero no hubo voz ni respuesta. Danzaban cojeando junto al altar que habían hecho.

San Ambrosio, Padre de la Iglesia, hace la distinción entre la oración con intensidad y frecuencia y la oración repetitiva y mecánica: «el Señor Jesús en su enseñanza divina te mostró… la conveniencia de orar con intensidad y frecuencia, no para que tú repitas sin cesar y mecánicamente fórmulas de oración, sino para que adquieras el espíritu de orar asiduamente. Porque con frecuencia, las largas oraciones van acompañadas de vanagloria» (Libro 1,9).

La Biblia exalta la oración insistente:

Los judíos tenían oraciones conocidas por todo el pueblo. Las memorizaban para ayudar a la oración privada y la oración comunitaria. La Biblia tiene muchas otras oraciones diseñadas para la oración repetitiva. Al repetir, la mente se enfoca y profundiza en las verdades de la fe y se apropia de ellas.

Ejemplos:

  • · El salmo 136 repite la frase «porque es eterno su amor
  • · Los salmos 29, 46, 80, 107 y otros también tienen estrofas repetitivas.
  • · En Daniel 3, 57-88, la frase «cantadle y exaltadle eternamente» se repite 32 veces.

La Biblia además enseña la importancia de insistir en la oración:

  • · Jairo el jefe de la sinagoga: «le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva.» -Mc 5,23
  • · Los ancianos pedían a Jesús la curación del siervo del centurión: «Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas» -Lucas 7,4.
  • · «Así pues, Pedro estaba custodiado en la cárcel, mientras la Iglesia oraba insistentemente por él a Dios». -Hechos 12,5.
  • · «Noche y día le pedimos insistentemente poder ver vuestro rostro y completar lo que falta a vuestra fe.» -I Tesalonicenses 3,10.
  • · «Elías era un hombre de igual condición que nosotros; oró insistentemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses.» Santiago 5,17.

¡También en el cielo se repiten oraciones!

El Apocalipsis 4, 8-11: «Los cuatro vivientes tienen cada uno seis alas, están llenos de ojos todo alrededor y por dentro, y repiten sin descanso día y noche: «Santo, Santo, Santo, Señor, Dios Todopoderoso, ‘Aquel que era, que es y que va a venir’ »

Jesús nos enseña a insistir en la oración:

· «y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar?» Lucas 18,7

….Jesús mismo ora con insistencia

En Getsemaní Jesucristo repetía la misma oración durante su Agonía:

· «Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra». -Lucas 22,44.

· «Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú»» «Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tú voluntad». «Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras» -Mateo 26, 39; 42 y 44

¿Por qué insiste Jesús? ¿Acaso le falta la fe?. Claro que no. Insiste porque pone todo su ser en la petición, no se muda de ella. El no reza con «palabrería» pero si con insistencia.

No sólo Jesús «insistía» en oración, «repitiendo las mismas palabras» sino que le pidió a sus discípulos en Getsemaní que lo acompañasen en Su oración. Ellos ya habían rezado en la Ultima Cena con El por mucho tiempo. Ahora tenían sueño. Tal vez pensaron que no había razón de seguir insistiendo en la oración. El hecho es que lo abandonaron en la oración. Muchos hoy día hacen igual. Les parece aburrido repetir los profundos misterios de nuestra fe y se quedan dormidos.

En cuanto al rosario, lo que repetimos son oraciones bíblicas:

  • -El Padre Nuestro (Mt 6,9-13);
  • -Ave María en gran parte en la Biblia. Lc 1,28-55: Jn 2,1-11. La segunda parte es nuestra respuesta confiada, acogiéndonos a la Madre que Dios nos ha dado.
  • -El Gloria (2 Cor 13,13-14)

Conclusión

No se debe confundir el rezar con «palabrería» con la «oración insistente» que nos enseña Jesús.

Insistir es recaer sobre el mismo tema. La oración insistente es por ende repetitiva pero no necesariamente es «palabrería». Depende de la disposición del corazón.

Jesús enseña a rezar de corazón, como El mismo reza, siendo todo amor y obediencia al Padre. Los que saben rezar son los humildes, los que de corazón claman al Señor porque reconocen que necesitan de El cada instante, los que son como niños.

El problema no es la repetición sino la charlatanería. El Santo Rosario y otras oraciones repetitivas, si se rezan de corazón, meditando sus misterios, con humildad, no sólo son aceptables sino que constituyen una «oración insistente» tal como es recomendada en la Biblia.

Diferencia entre una Biblia católica y una Biblia protestante

Diferencia entre una Biblia católica y una Biblia protestante

¿Quién estableció la lista de los libros que forman parte de la Biblia?
¿Por qué reconocemos el Evangelio de Juan y no el de Judas?

Veamos un poco de historia…

Por el año 605 Antes de Cristo, el Pueblo de Israel sufrió una dispersión o, como se le conoce bíblicamente, una «diáspora». El rey Nabucodonosor conquistó Jerusalén y llevó a los israelitas cautivos a Babilonia, comenzando la «Cautividad de Babilonia” (cf. 2 Reyes 24,12 y 2 Reyes 25,1).

Pero no todos los israelitas fueron llevados cautivos, un «resto» quedó en Israel (cf. 2 Reyes 25,12; 2 Reyes 25,22; Jeremías 40,11; Ezequiel 33,27). También un número de Israelitas no fueron cautivos a Babilonia sino que fueron a Egipto (cf. 2 Reyes 25,26; Jeremías 42,14; Jeremías 43,7).

El rey Ciro de Persia conquistó Babilonia (cf. 2 Crónicas 36,20; 2 Crónicas 36,23) y dio la libertad a los israelitas de regresar a Israel, terminando así su esclavitud. Algunos regresaron a Palestina (cf. Esdras 1,5; 7,28 y Nehemías 2,11) pero otros se fueron a Egipto, estableciéndose, en su mayoría, en la ciudad de Alejandría (fundada por Alejandro Magno en el 322 a.C, que contaba con la biblioteca más importante del mundo en esa época). Así que los judíos estaban disgregados aun después del fin del cautiverio, unos en Palestina y otros en la diáspora, sobre todo en Alejandría. En el tiempo de los Macabeos había mas judíos en Alejandría que en la misma Palestina (cf. 1 Macabeos 1,1)

La Traducción de los Setenta (Septuagésima)

En el siglo III antes de Cristo, la lengua principal de Alejandría, como en la mayor parte del mundo civilizado, era el griego. El hebreo cada vez se hablaba menos, aun entre los judíos (Jesús y sus contemporáneos en Palestina hablaban arameo)Por eso había una gran necesidad de una traducción griega de las Sagradas Escrituras.

La historia relata que Demetrio de Faleron, el bibliotecario de Plotomeo II (285-246 a.C.), quería unas copias de la Ley Judía para la Biblioteca de Alejandría. La traducción se realizó a inicios del siglo tercero a.C. y se llamó la Traducción de los Setenta (por el número de traductores que trabajaron en la obra). Comenzando con la Torá, tradujeron todas las Sagradas Escrituras, es decir todo lo que es hoy conocido por los católicos como el Antiguo Testamento. Introdujeron también una nueva organización e incluyeron Libros Sagrados que, por ser más recientes, no estaban en los antiguos cánones pero eran generalmente reconocidos como sagrados por los judíos. Se trata de siete libros, llamados hoy deuterocanónicos.

El canon de los Setenta (Septuagésima) contiene los textos originales de algunos de los deuterocanónicos (Sabiduría y 2 Macabeos) y la base canónica de otros, ya sea en parte (Ester, Daniel y Sirac) o completamente (Tobit, Judit, Baruc y 1 Macabeos).

El canon de la Septuagésima (Alejandrino) es el que usaba Jesucristo y los Apóstoles

El canon de Alejandrino, con los siete libros deuterocanónicos, era el más usado por los judíos en la era Apostólica. Este canon es el utilizado por Cristo y los escritores del Nuevo Testamento. 300 de las 350 referencias al Antiguo Testamento que se hacen en el Nuevo Testamento son tomadas de la versión alejandrina. Por eso no hay duda de que la Iglesia apostólica del primer siglo aceptó los libros deuterocanónicos como parte de su canon (libros reconocidos como Palabra de Dios). Por ejemplo, Orígenes, Padre de la Iglesia (+254), afirmó que los cristianos usaban estos libros aunque algunos líderes judíos no los aceptaban oficialmente.

Los judíos establecen un nuevo canon después Cristo

Al final del primer siglo de la era cristiana, una escuela judía hizo un nuevo canon hebreo en la ciudad de Jamnia, en Palestina. Ellos querían cerrar el período de revelación siglos antes de la venida de Jesús, buscando así distanciarse del cristianismo. Por eso cerraron el canon con los profetas Esdras (458 a.C.), Nehemías (445 a.C.), y Malaquías (433 a.C.). Por lo tanto dejaron fuera del canon los últimos siete libros reconocidos por el canon de Alejandrino.

Pero en realidad no hubo un «silencio bíblico» (una ausencia de Revelación) en los siglos precedentes al nacimiento de Jesús. Aquella era la última etapa de revelación antes de la venida del Mesías. Los judíos reconocían el canon alejandrino en tiempo de Jesús. Por eso la Iglesia siguió reconociéndolo.

De esta forma surgieron dos principales cánones del Antiguo Testamento:

1: El canon Alejandrino: Reconocido por los judíos en la traducción de los Setenta al griego. Este canon es el más utilizado por los judíos de tiempo de Cristo y por los autores del Nuevo Testamento. Este canon contiene los libros «deuterocanónicos» y es el reconocido por la Iglesia Católica.

2: El canon de Jamnia: Establecido por judíos que rechazaron el cristianismo y por lo tanto quisieron distanciar el período de revelación del tiempo de Jesús. Por eso rechazaron los últimos 7 libros reconocidos por el canon alejandrino.

XV siglos después de Cristo, Lutero rechaza el canon establecido por la Iglesia primitiva y adopta el canon de Jamnia. Este es el canon que aceptan los Protestantes.

La Vulgata de San Jerónimo

La primera traducción de la Biblia al latín fue hecha por San Jerónimo y se llamó la «Vulgata» (año 383 AD). El latín era para entonces el idioma común en el mundo Mediterráneo. San Jerónimo en un principio tradujo del texto hebreo del canon de Palestina. Por eso no tenía los libros deuterocanónicos. Esto produjo una polémica entre los cristianos de aquel tiempo. En defensa de su traducción, San Jerónimo escribió: «Ad Pachmmachium de optimo genere interpretandi», la cual es el primer tratado acerca del arte de traducir. Por eso se le considera el padre de esta disciplina. Ahí explica, entre otras cosas, el motivo por el cual considera mejor traducir directo del hebreo. San Jerónimo no rechazó los libros deuterocanónicos. La Iglesia aceptó su traducción con la inclusión de los libros deuterocanónicos. Por eso la Biblia Vulgata tiene los 46 libros.

La Iglesia establece el Canon de la Biblia

Es importante entender que la Iglesia fundada por Cristo precede al Nuevo Testamento. Es la Iglesia la autoridad que establece el canon de la Biblia y su correcta interpretación y no al revés, como creen algunos Protestantes. Cuando en el N.T. habla de las «Escrituras» se refiere al A.T. El nombre de «Nuevo Testamento» no se usó hasta el siglo II.

Con el tiempo, un creciente número de libros se presentaban como sagrados y causaban controversia. Entre ellos muchos eran de influencia gnóstica. Por otra parte, algunos, como los seguidores de Marción, rechazaban libros generalmente reconocidos por los Padres. La Iglesia, con la autoridad Apostólica que Cristo le dio, definió la lista (canon) de los Libros Sagrados de la Biblia.

Los concilios de la Iglesia Católica – el Concilio de Hipo, en el año 393 A.D. y el Concilio de Cartago, en el año 397 y 419 A.D., ambos en el norte de África – confirmaron el canon Alejandrino (con 46 libros para el Antiguo Testamento) y también fijaron el canon del Nuevo Testamento con 27 libros.

Para reconocer los libros del Nuevo Testamento los Padres utilizaron tres criterios:
1- que fuesen escritos por un Apóstol o su discípulo.
2- que se utilizara en la liturgia de las iglesias Apostólicas. Ej. Roma, Corintio, Jerusalén, Antioquía, etc.
3- que estuviera en conformidad con la fe Católica recibida de los Apóstoles.

Al no satisfacer estos criterios, algunos evangelios atribuidos a los Apóstoles (ej. Ev. de Tomás, Ev. de Pedro) fueron considerados falsos por la Iglesia y rechazados. Por otra parte fueron aceptados libros (ej. Evangelio de San Juan y Apocalipsis) que por largo tiempo habían sido controversiales por el atractivo que ejercen en grupos sectarios y milenaristas.

La carta del Papa S. Inocencio I en el 405, oficialmente recoge el canon ya fijo de 46 libros del A.T. y los 27 del N.T. El Concilio de Florencia (1442) confirmó una vez más el canon, como lo hizo también el Concilio de Trento.

A la Biblia Protestante le faltan libros

En el 1534, Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán. Pero rechazó los últimos siete libros del A.T. porque estos contradecían sus nuevas doctrinas. Por ejemplo, al quitar los libros de Macabeos, le fue mas fácil negar el purgatorio ya que 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una purificación después de la muerte. Lutero dice que Macabeos no pertenece a la Biblia. Sin embargo Hebreos 11,35 (Nuevo Testamento) hace referencia a 2 Macabeos: «Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor». Los únicos en el Antiguo Testamento a quienes se aplica este pasaje es a los mártires macabeos, que fueron torturados por conseguir la resurrección (2 Mac. 7:11, 14, 23, 29, 36).

¡Lutero consideró conveniente optar por el canon de Jamnia que los judíos habían establecido para distanciarse del cristianismo!. Lo prefirió a pesar que le faltaban libros que Jesús, los Apóstoles y la Iglesia desde el principio habían reconocido (ver arriba). Agrupó los libros que quitó de la Biblia bajo el título de «apócrifos», señalando: «estos son libros que no se tienen por iguales a las Sagradas Escrituras y sin embargo son útiles y buenos para leer».

Lamentablemente Lutero propagó sus errores junto con su rebelión. Por esa razón a la Biblia Protestante le faltan 7 libros del AT. Los consideran libros que ellos llaman «apócrifos».

  • Tobías
  • Judit
  • Ester (protocanónico con partes deuterocanónicas)
  • Daniel (protocanónico con partes deuterocanónicas)
  • I Macabeos
  • II Macabeos
  • Sabiduría
  • Eclesiástico (también llamado «Sirac»)
  • Baruc

Lutero no solo eliminó libros del Antiguo Testamento sino que quiso eliminar algunos del Nuevo Testamento e hizo cambios en el Nuevo Testamento para adaptarlo a su doctrina.

Martín Lutero había declarado que la persona se salva sólo por la fe (entendiendo la fe como una declaración legal), sin necesidad de poner la fe en práctica por medio de obras. Según él todas las doctrinas deben basarse solo en la Biblia, pero la Biblia según la acomoda e interpreta él. Por eso llegó incluso a añadir la palabra «solamente» después de la palabra «justificado» en su traducción alemana de Romanos 3, 28. También se refirió a la epístola de Santiago como epístola «de paja» porque esta enseña explícitamente: «Veis que por las obras se justifica el hombre y no sólo por la fe». (Ver: Fe y obras; Estado actual del diálogo Católico-Luterano al respecto)

Lutero además se tomó la libertad de separar los libros del Nuevo Testamento de la siguiente manera:

  • Libros sobre la obra de Dios para la salvación: Juan, Romanos, Gálatas, Efesios, I Pedro y I Juan
  • Otros libros canónicos: Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, el resto de las cartas de Pablo, II Pedro y II de Juan
  • Los libros no canónicos: Hebreos, Santiago, Judas, Apocalipsis y libros del Antiguo Testamento.

Gracias a Dios, los Protestantes y Evangélicos tienen los mismos libros que los católicos en el Nuevo Testamento porque no aceptaron los cambios de Lutero para esta parte del canon. Pero se encuentran en una posición contradictoria: Reconocen el canon establecido por la Iglesia Católica para el Nuevo Testamento (los 27 libros que ellos tienen) pero no reconocen esa misma autoridad para el canon del A.T.

Es interesante notar que la Biblia Gutenberg, la primera Biblia impresa, es la Biblia latina (Vulgata), por lo tanto, contenía los 46 libros del canon alejandrino.

El reformador español, Casiodoro de Reina, respetó el canon católico de la Biblia en su traducción, la cual es considerada una joya de literatura. Pero luego Cipriano de Valera quitó los deuterocanónicos en su versión conocida como Reina-Valera.

Posición de la Iglesia Anglicana

Según los 39 Artículos de Religión de la Iglesia de Inglaterra (1563), los libros deuterocanónicos pueden ser leídos para «ejemplo de vida e instrucción de costumbres», pero no deben ser usados para «establecer ninguna doctrina» (Artículo VI). Consecuentemente, la Biblia, versión «King James» (1611) contenía estos libros entre el N.T. y el A.T. Pero Juan Lightfoot (1643) criticó este orden alegando que los «malditos apócrifos» pudiesen ser así vistos como un puente entre el A.T. y el N.T. La Confesión de Westminster (1647) decidió que estos libros, «al no ser de inspiración divina, no son parte del canon de las Escrituras y, por lo tanto, no son de ninguna autoridad de la Iglesia de Dios ni deben ser en ninguna forma aprobados o utilizados más que otros escritos humanos.»

Los Concilios modernos confirman el Canon

La Iglesia Católica, fiel a la encomienda del Señor de enseñar la verdad y refutar los errores, definió solemnemente, en el Concilio de Trento, en el año 1563, el canon del Antiguo Testamento con 46 libros siguiendo la traducción griega que siempre habían utilizado los cristianos desde el tiempo apostólico. Enseñó que los libros deuterocanónicos deben ser tratados «con igual devoción y reverencia». Esto fue una confirmación de lo que la Iglesia siempre enseñó.

Esta enseñanza del Concilio de Trento fue una vez más confirmada por el Concilio Vaticano I y por el Concilio Vaticano II (Constitución Dogmática Dei Verbum sobre la Sagrada Escritura). El Catecismo de la Iglesia Católica reafirma la lista completa de los Libros Sagrados, incluyendo los deuterocanónicos.

La Biblia es un regalo del Señor, presentado como obra terminada a través de un largo proceso en el que el Espíritu Santo ha guiado a la Iglesia Católica a la plenitud de la verdad. Por la autoridad de la Iglesia se establece el canon definitivo.

Ante los que quieren introducir libros en el Canon, por ejemplo, el «Evangelio de Judas», los protestantes más conocedores han tenido que recurrir a la autoridad de la Iglesia Católica para declarar que el canon de las Escrituras ha sido fijado en los Concilios del siglo IV y no se puede cambiar.

¿Dónde aparece Lucifer en la Biblia?

¿Dónde aparece Lucifer en la Biblia?

La Biblia nos indica el estado privilegiado que tenía Lucifer y la razón de su caida:

Por haberse estirado en su altura levantando su copa hasta las nubes, y haberse engreído su corazón por su grandeza (Eze 31)

Tu esplendor ha caído en el Seol…¿Cómo has caído desde el cielo, brillante estrella, hijo de la Aurora?…Te decías en tu corazón: el cielo escalaré, encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono…Subiré a las alturas de las nubes, seré igual al Altísimo (Isa 14)

Tú eras el dechado de la perfección, lleno de sabiduría y de espléndida belleza. En el Edén, jardín de Dios, vivías. Innumerables piedras preciosas adornaban tu manto: rubí, topacio, diamante, crisólito, piedra de ónice, jaspe, zafiro, carbunclo y esmeralda; de oro era el borde de tu manto, de oro las incrustaduras, todo a punto desde el día en que fuiste creado. Como un querubín protector yo te había puesto en el monte santo de Dios. Eras perfecto en tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que apareció en ti la iniquidad. Con el progreso de tu tráfico te llenaste de violencia y pecados; y yo te he arrojado del monte de Dios y te he exterminado, oh querubín protector, de entre las brasas ardientes. Tu corazón se había engreído por tu belleza. Tu sabiduría estaba corrompida por tu esplendor. Y Yo te he derribado en tierra y te he presentado como espectáculo a los reyes (Eze 28)

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EL PECADO DE LUCIFER

…no sea que llevado del orgullo venga a caer en la misma condenación en que cayó el diablo (I Tim 3)

El que obra la justicia es justo; quien peca es del Diablo, porque el Diablo es pecador desde el principio (I Juan 3)

Dios no perdonó a los ángeles pecadores, sino que, precipitados en el infierno, los entregó a las prisiones tenebrosas en espera del juicio (II Ped 2)

Dios creó al hombre para la incorrupción y le hizo a imagen de Su propio ser. Mas por la envidia del diablo entró la muerte al mundo y la experimentan los que le pertenecen (Sabi 2)

El Señor ha reservado en eterna prisión, en el fondo de las tinieblas, para el juicio del gran día, a los ángeles que no conservaron su dignidad sino que perdieron su propia mansión (Judas)

Por haberse estirado en su altura levantando su copa hasta las nubes, y haberse engreído su corazón por su grandeza, Yo le he entregado en manos del príncipe de las naciones para que proceda con él conforme a su maldad; le he desechado (Eze 31)

Tu esplendor ha caído al Seol…¿Cómo has caído desde el cielo, brillante estrella, hijo de la Aurora?…Te decías en tu corazón: el cielo escalaré, encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono; en el monte de la asamblea me sentaré, en lo último del Norte. Subiré a las alturas de las nubes, seré igual al Altísimo (Isa 14)

Eras perfecto en tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que apareció en ti la iniquidad. Con el progreso de tu tráfico te llenaste de violencia y pecados; y yo te he arrojado del monte de Dios y te he exterminado, oh querubín protector, de entre las brasas ardientes. Tu corazón se había engreído por tu belleza. Tu sabiduría estaba corrompida por tu esplendor (Eze 28)

LA EXPULSION DE LUCIFER DE LA PRESENCIA DE DIOS

Yo veía a Satanás cayendo del cielo como un rayo (Luc 10)

Su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo y las lanzó sobre la tierra (Apoc 12)

El Diablo ha descendido hacia vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo (Apoc 12)

Dios no perdonó a los ángeles pecadores, sino que, precipitados en el infierno, los entregó a las prisiones tenebrosas en espera del juicio (II Ped 2)

El diablo fue arrojado al estanque de fuego y de azufre, donde están la Bestia y el Falso Profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos (Apoc 20)

El Señor ha reservado en eterna prisión, en el fondo de las tinieblas, para el juicio del gran día, a los ángeles que no conservaron su dignidad sino que perdieron su propia mansión (Judas)

Tu esplendor ha caído al Seol…¿Cómo has caído desde el cielo, brillante estrella, hijo de la Aurora?…Te decías en tu corazón: el cielo escalaré, encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono…Subiré a las alturas de las nubes, seré igual al Altísimo (Isa 14)

Miguel y sus ángeles lucharon contra el Dragón. El Dragón y sus ángeles combatieron, pero no pudieron prevalecer y no hubo puesto para ellos en el cielo. Y fue precipitado el gran Dragón, la serpiente antigua, que se llama “Diablo” y “Satanás”, el seductor del mundo entero, y sus ángeles fueron precipitados con él (Apoc 12)

Eras perfecto en tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que apareció en ti la iniquidad. Con el progreso de tu tráfico te llenaste de violencia y pecados; y yo te he arrojado del monte de Dios y te he exterminado, oh querubín protector, de entre las brasas ardientes. Tu corazón se había engreído por tu belleza. Tu sabiduría estaba corrompida por tu esplendor. Y Yo te he derribado en tierra y te he presentado como espectáculo a los reyes (Eze 28)

¿Qué es la beatificación?

¿Qué es la beatificación?

(Etim. Latín beatificatio, el estado de ser bendito; de beatus, feliz.)

La beatificación es una declaración, hecha por el Papa como cabeza de la Iglesia, de que un siervo de Dios vivió una vida de santidad (ha ejercido las virtudes cristianas en grado heroico) y/o tuvo muerte de mártir y está ahora en el cielo. La beatificación es una sentencia no definitiva, que tiende a la canonización. La beatificación permite que se le tribute culto público de veneración con ciertas limitaciones. La veneración universal está reservada para los santos canonizados.

Antes de la beatificación hay varios procesos. Primero se examina por años la vida, virtudes, escritos y reputación de santidad del siervo(a) de Dios que está en consideración. Este proceso generalmente es conducido por el obispo del lugar donde el candidato vivió o murió. Para un mártir, en este primer proceso no hay necesidad de considerar los milagros hechos a través de su intercesión.

Cuando el primer proceso revela que el siervo de Dios practicó las virtudes en un grado heroico o murió como un mártir de la fe, puede comenzar el segundo proceso, llamado Apostólico, que está a cargo de la Congregación para la Causa de los Santos (uno de los dicasterios que ayudan al Papa).

Las personas beatificadas son llamadas «Beatos»

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El rito de beatificación según nuevas disposiciones :
Fuente: Observatore Romano, 29 Sept, 2005

«la canonización, que atribuye al beato el culto para toda la Iglesia, será presidida por el Sumo Pontífice». En cambio «la beatificación, que es siempre acto pontificio, será celebrada por un representante del Santo Padre, que habitualmente será el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos».

El rito de beatificación tendrá lugar en la diócesis que haya promovido la causa del nuevo beato, o en otra localidad que se considere idónea para ello. Podrá tener lugar en Roma a petición de los obispos y de los actores de la causa, contando con el parecer de la Secretaría de Estado del Vaticano.

El rito de beatificación se desarrollará en la Celebración Eucarística, a menos que especiales razones litúrgicas sugieran que éste tenga lugar en el curso de la celebración de la Palabra o de la Liturgia de las Horas.

Si Cristo ya resucitó, ¿por qué veneramos el crucifijo?

Si Cristo ya resucitó, ¿por qué veneramos el crucifijo?

Los protestantes se preguntan por qué los católicos exhibimos la Cruz con el cuerpo de Cristosi Jesús ya ha resucitado.

La cruz es parte inseparable del misterio pascual que incluye pasión, muerte y resurrección.

Los católicos profesamos que Cristo ha muerto por nuestros pecados y ha resucitado glorioso. El crucifijo en ninguna manera niega la resurrección sino que manifiesta la seriedad de nuestros pecados y el amor infinito con que Cristo murió salvarnos.

Jesús enseñó: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy. -Juan 8:28

La Cruz, es mencionada explícitamente 29 veces en el Nuevo Testamento. Muchas mas veces se refiere a ella sin usar la palabra exacta. No es el madero en su sentido material en lo que ponemos nuestro corazón sino en Jesús que por nosotros colgó de el. El es quién nos atrae. Jesús nos dijo:

Y yo cuando sea levando de la tierra, atraeré a todos hacia mí. -Juan 12,32

Esta enseñanza es válida para todos los tiempos. Contemplar a Jesús «levantado» en la Cruz es clave para conocerlo íntimamente.

San Pedro y San Pablo proclaman la cruz sin cesar. 

¿Acaso no sabían ellos que Cristo ha resucitado? Claro que sí, pero comprendían la importancia de tenerla siempre presente porque ella es el poder de Dios contra todas las fuerzas infernales: las fuerzas de la carne, es decir de nuestro ego. La carne tiende a su placer, su conveniencia, su engrandecimiento; la cruz pone a muerte todo eso para que reine el Amor

Hechos 2,36
«Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado»

Gálatas 2,19
En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado.

Gálatas 5,24
Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias.

Gálatas 6,14
«Lo que es a mi, Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mi, y yo para el mundo.»

I Corintios 1,13
¿Esta dividido Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por vosotros?

Los cristianos siempre hemos tenido la Cruz como signo del amor y poder de Cristo. Hay amplia evidencia que desde los primeros siglos se levantaban cruces como signo de la fe en Cristo.

A los que nos atacan por llevar la cruz en el cuello o tenerla en un lugar de honor en nuestras casas o por erguirla sobre un lugar visible, hemos de responder con San Pablo:

Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan – para nosotros – es fuerza de Dios. -I Corintios 1,18

Nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. -I Corintios 1,23-24

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La Cruz, sea que tenga representado el cuerpo de nuestro Salvador o no, es el mismo signo. Pero los católicos solemos representarla con Su cuerpo por el valor que tiene contemplar su pasión, el amor con que nos salvó.

Jesús nos ordenó a abrazar también nosotros la cruz:  «Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» -Mateo 16,24

Contemplarle en la cruz nos sana espiritualmente, como sanó al ladrón que estaba junto a Jesús cuando él le dijo “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” -Lucas 23:43. También sanó al centurión que estaba a los pies de la cruz, que se convirtió y dijo: “Este hombre era el Hijo de Dios” -Marcos 15:39.

Contemplar el crucifijo es un acto de fe. Nos inspira a tener la misma actitud que Cristo, que se humilló y obedeció hasta la muerte, incluso hasta la muerte por crucifixión” -Filip. 2:5,8.

El crucifijo hace visible el sacrificio de Jesús y de esa manera nos llama a “ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios a través de Jesús” -Pe. 2:5,  y a “ofrecer nuestros cuerpos  como un sacrificio vivo” -Rom. 12:1

La revelación del amor perfecto es la cruz mientras que la resurrección es su victoria. La cruz le costó a Jesús inmensos sufrimientos que aceptó libremente por nosotros. La resurrección manifiesta su poder sobre la muerte, su gloriosa victoria.  

Cristo transformó el sentido de la Cruz. Antes era la vergüenza e ignominia mas grande posible, ahora es la gloria y la victoria máxima. Amor a la Cruz nos comunica la gracia para ser fieles en nuestras cruces unidas a la Suya.

Es una costumbre muy antigua representar a Jesús en diferentes momentos de su vida. En las catacumbas vemos que los cristianos de los primeros siglos expresaban su amor a Jesús por medio de imágenes. Los que se oponen al crucifijo, ¿acaso no muestran imágenes de Jesús cuando era niño en Navidad?. La imagen del Niñito Jesús representa un momento de Su vida al igual que su crucifixión representa otro, y éste es el momento que cambió para siempre nuestras vidas.  

¡Te adoramos oh Cristo y te bendecimos, porque por tu santa Cruz redimiste al mundo! -Amén.

¿Hay salvación fuera de la Iglesia?

¿Hay salvación fuera de la Iglesia?

El Padre Peter Stravinskas en su artículo Can outsiders be saved? analiza el tema de la salvación fuera de la Iglesia y la doctrina católica. Les ofrezco mi resumen en español. -Padre Jordi Rivero.

San Pedro dijo: «Porque no hay bajo el cielo otro nombre (que Jesús) dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos.» -Hechos 4,12. Como otras enseñanzas, esta debe ser entendida a la luz de toda la Sagrada Escritura y de la sabiduría que el Espíritu Santo da a su Iglesia a través de los siglos.

San Pablo en 1 Tim 2,4: (Dios) que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad. ¿Cómo se reconcilia este deseo de Dios con lo dicho arriba por S. Pedro y el hecho de que tanta gente muere sin conocer a Jesús?

Los Santos Padres enseñaron que no hay salvación fuera de la Iglesia. Cipriano, por ejemplo, dijo: «No puedes tener a Dios como Padre si no tienes a la Iglesia como madre». Sin embargo estas enseñanzas se referían a aquellos que, habiendo conocido la fe verdadera, la rechazaron.

San Agustín pensaba que, habiéndose proclamado el Evangelio en todas partes, los judíos y otros que no aceptaban a Jesús serían condenados. Esta enseñanza tuvo mucha influencia porque la Iglesia buscaba la interpretación correcta de lo dicho por S. Pedro. Pero la interpretación de S. Agustín no llegó a ser universalmente aceptada. Hemos de recordar que aun los Padres y los santos cometen errores en aquella materia que no está claramente definida.

Más tarde Santo Tomás de Aquino también enseñó sobre la necesidad de pertenecer a la Iglesia para salvarse pero al mismo tiempo enseñó sobre la posibilidad del «bautismo de deseo»: Uno puede obtener salvación sin ser de hecho bautizado, si la persona deseó el bautismo, tal deseo es el resultado de la fe que actúa por medio de la caridad, por la que Dios, cuyo poder no está atado a los sacramentos visibles, santifica la persona interiormente. (ref.: Summa Theologiae III, q.68, a.2).

El Papa Pío IX en Singulari Quadam enseñó la doctrina de «no salvación fuera de la Iglesia» con algunos importantes matices. Enseñó, por ejemplo que algunos trabajan en «ignorancia invencible» sobre nuestra religión pero observan con perseverancia la ley natural y sus preceptos que Dios ha «inscrito en el corazón de todos». Estos están listos para obedecer a Dios y viven una vida honesta y recta por lo que pueden, por la obra de la luz divina y la gracia, alcanzar la vida eterna».

Ochenta años después de la encíclica de Pío IX, el Papa Pío XII publicó Mystici Corporis en 1943. En ella enseña que los que están fuera de la Iglesia Católica deben ser prestos en seguir las mociones interiores de la gracia y rescatarse de ese estado en el que no pueden estar seguros de su propia salvación. Porque, aunque, en cierto deseo inconsciente ellos puedan estar relacionados al Cuerpo Místico del Redentor, pueden quedar desprovistos de tantos y tan poderosos dones y ayudas del cielo que sólo pueden gozar dentro de la Iglesia Católica.

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En 1949, una carta del Santo Oficio al Arzobispo Cushing hace referencia a la encíclica de Pío XII: El Papa censura a aquellos que excluyen de la salvación eterna a todos los hombres que se adhieren a la Iglesia sólo con un deseo implícito; también censura a aquellos que falsamente mantienen que los hombres pueden salvarse igualmente en todas las religiones».

Entre los Concilios Vat. I y Vat. II, el teólogo Ives Congar enseñó que «elementos» de la única Iglesia verdadera existen fuera de sus fronteras visibles. Otro teólogo, Henri de Lubac continuó esa línea. Ambos fueron periti (Latín «expertos») oficiales en el Vaticano II y ambos han sido nombrados cardenales por el Papa Juan Pablo II.

El Concilio Vaticano II no cambió la doctrina sino que cristalizó casi 1900 años de desarrollo teológico.

En Lumen Gentium el Concilio confirmó la doctrina de que la Iglesia es necesaria para la salvación porque Cristo, hecho presente para nosotros en Su Cuerpo, que es la Iglesia, es el único Mediador y único camino de salvación. La Iglesia es el «sacramento universal de salvación». Toda salvación viene por la Iglesia de Cristo, fuera de esta gracia no hay esperanza de vida eterna. Esta verdad debe entenderse en conjunto con lo siguiente:

Refiriéndose a los cristianos no católicos, el Decreto sobre el Ecumenismo enseñó que ellos también llevan a cabo muchas acciones sagradas de nuestra religión cristiana. Estas acciones pueden verdaderamente engendrar una vida de gracia y pueden proveer acceso a la comunidad de salvación. Aunque tienen defectos, estas comunidades no carecen de significado e importancia en el misterio de salvación ya que el Espíritu de Cristo las utiliza como medio de salvación. Pero estos medios de salvación derivan su eficacia de la misma plenitud de gracia y verdad confiados a la Iglesia Católica.

Juan Pablo II en La Unicidad y Universalidad Salvífica de Cristo y de la Iglesia:

En conexión con la unicidad de la mediación salvífica de Cristo se encuentra la unicidad de la Iglesia por Él fundada. En efecto, el Señor Jesús constituyó su Iglesia como realidad salvífica: como su Cuerpo, mediante el cual Él mismo obra en la historia de la salvación. Así como existe un solo Cristo, existe un solo Cuerpo: «una sola Iglesia católica y apostólica» (cf. Símbolo de la fe, DS 48). El Concilio Vaticano II dice al respecto: «El santo Concilio enseña, apoyándose en la Sagrada Escritura y la Tradición, que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación» (Lumen gentium, 14).

Es verdad que los no cristianos -lo ha recordado el Concilio Vaticano II- pueden «conseguir» la vida eterna «bajo el influjo de la gracia», si «buscan a Dios con corazón sincero» (Lumen gentium, 16). Pero en su búsqueda sincera de la verdad de Dios, ellos de hecho están «ordenados» a Cristo y a su Cuerpo, la Iglesia. Se encuentran, por tanto, en una situación deficitaria, si se compara con la de aquellos que, en la Iglesia, tienen la plenitud de los medios salvíficos. Así se entiende que, siguiendo el mandato del Señor (ver Mt 28,19-20) y como exigencia del amor a todos los hombres, la Iglesia «anuncia, y tiene la obligación de anunciar incesantemente a Cristo que es «el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas» (Nostra aetate, 2).