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Jesucristo es el único cuya intercesión ante el Padre puede salvarnos. María Santísima, los ángeles, los santos en el cielo interceden por los hombres en virtud a su unión con Jesucristo por la que son miembros de su Cuerpo Místico.
¿Están dormidos los santos en el cielo?
Una objeción contra la intercesión de los santos reclama que los santos no pueden interceder porque están dormidos. Pues bien, vayamos a la Biblia. El Apocalipsis contiene muchas visiones del cielo. Por ejemplo en Ap. 5, 8 vemos los 24 ancianos (ancianos significa líderes del pueblo de Dios) que traen las oraciones del pueblo ante el trono de Dios.
Apocalipsis 5,8
Los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos se postraron delante del Cordero. Tenía cada uno una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos.
Los ancianos cantan y traen las «oraciones de los santos» ante el trono. Entonces no están dormidos. Mas bien tiene razón la canción, popular entre muchas denominaciones, que reza: «en el cielo todos cantan aleluya». ¡Estamos de acuerdo en eso! ¿Pero como se podrá pensar que en el cielo estamos despiertos para cantar pero dormidos e incapaces de rezar? Tanto las alabanzas cantadas como la intercesión son oración.
Es cierto que, en forma figurativa, se puede decir que los muertos están «dormidos» y despertarán al final del tiempo. Isaías 26,19: «Revivirán tus muertos, tus cadáveres resurgirán, despertarán y darán gritos de júbilo los moradores del polvo». Pero se refiere a los cuerpos.
Cristo ya ha despertado a las almas que «dormían» en espera de Su venida y las ha llevado al cielo. Los cuerpos esperan aun la resurrección pero los santos están bien despiertos ante Dios en el cielo. ¡Los que muchas veces estamos dormidos somos nosotros!
Las intercesiones en la misa, en las que «la Iglesia expresa que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia del cielo y de la tierra, de los vivos y de los difuntos, y en comunión con los pastores de la Iglesia, el Papa, el obispo de la diócesis, su presbiterio y sus diáconos y todos los obispos del mundo entero con sus iglesias» (1354).