Padre Jordi Rivero
En Mateo 6, 7 Jesús nos enseña: «Y al orar, no charleis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados.»
Algunos interpretan que este pasaje condena la oración repetitiva. Sin embargo no se percatan de que en el próximo versículo, Mt 6, 8, Jesús nos enseña a rezar el Padre Nuestro, oración que todo cristiano se memoriza para repetirla toda su vida.
En este artículo deseamos demostrar que Jesús no prohíbe la oración repetitiva sino aquella que se hace sin poner el corazón. Los que utilizan a MT 6,7 para atacar el rezo del rosario caen en un error de interpretación, lo cual ocurre con frecuencia cuando se lee la Biblia fuera de la Iglesia católica.
Enseñanza de Jesús en Mt 6
Jesús nos enseña a orar y nos advierte de la vanagloria que obstaculiza la auténtica oración. Siempre hay la tentación en quien reza de creerse mejor que los demás por el hecho mismo de rezar. En el tiempo de Jesús los fariseos desarrollaron una elite religiosa con prácticas y rezos que eran inaccesibles al hombre común. Por eso se creían superiores. Repetían palabras en la oración poniendo más importancia en sus propios logros que en el don de Dios. Su pecado era la soberbia.
«Algunos han fallado en esto y se han dado a vanas palabrerías; pretenden ser maestros de la ley, cuando no saben lo que dicen, ni entienden lo que dogmatizan» -1 Timoteo 1,6-7
Podemos ver en este contexto por qué Jesús critica a los «que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados.» Se trata de palabras que no surgen del corazón, a lo que hoy llamamos rezar «de la boca para afuera». Estos ponen su confianza en el poder de sus propias palabras más que en Dios.
Un ejemplo de «palabrería» en la oración, del Antiguo Testamento:
I Reyes 18, 26
(Los baales) tomaron el novillo que les dieron, lo prepararon e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: «¡Baal, respóndenos!» Pero no hubo voz ni respuesta. Danzaban cojeando junto al altar que habían hecho.
San Ambrosio, Padre de la Iglesia, hace la distinción entre la oración con intensidad y frecuencia y la oración repetitiva y mecánica: «el Señor Jesús en su enseñanza divina te mostró… la conveniencia de orar con intensidad y frecuencia, no para que tú repitas sin cesar y mecánicamente fórmulas de oración, sino para que adquieras el espíritu de orar asiduamente. Porque con frecuencia, las largas oraciones van acompañadas de vanagloria» (Libro 1,9).
La Biblia exalta la oración insistente:
Los judíos tenían oraciones conocidas por todo el pueblo. Las memorizaban para ayudar a la oración privada y la oración comunitaria. La Biblia tiene muchas otras oraciones diseñadas para la oración repetitiva. Al repetir, la mente se enfoca y profundiza en las verdades de la fe y se apropia de ellas.
Ejemplos:
- · El salmo 136 repite la frase «porque es eterno su amor
- · Los salmos 29, 46, 80, 107 y otros también tienen estrofas repetitivas.
- · En Daniel 3, 57-88, la frase «cantadle y exaltadle eternamente» se repite 32 veces.
La Biblia además enseña la importancia de insistir en la oración:
- · Jairo el jefe de la sinagoga: «le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva.» -Mc 5,23
- · Los ancianos pedían a Jesús la curación del siervo del centurión: «Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas» -Lucas 7,4.
- · «Así pues, Pedro estaba custodiado en la cárcel, mientras la Iglesia oraba insistentemente por él a Dios». -Hechos 12,5.
- · «Noche y día le pedimos insistentemente poder ver vuestro rostro y completar lo que falta a vuestra fe.» -I Tesalonicenses 3,10.
- · «Elías era un hombre de igual condición que nosotros; oró insistentemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses.» Santiago 5,17.
¡También en el cielo se repiten oraciones!
El Apocalipsis 4, 8-11: «Los cuatro vivientes tienen cada uno seis alas, están llenos de ojos todo alrededor y por dentro, y repiten sin descanso día y noche: «Santo, Santo, Santo, Señor, Dios Todopoderoso, ‘Aquel que era, que es y que va a venir’ »
Jesús nos enseña a insistir en la oración:
· «y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar?» Lucas 18,7
….Jesús mismo ora con insistencia
En Getsemaní Jesucristo repetía la misma oración durante su Agonía:
· «Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra». -Lucas 22,44.
· «Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú»» «Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tú voluntad». «Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras» -Mateo 26, 39; 42 y 44
¿Por qué insiste Jesús? ¿Acaso le falta la fe?. Claro que no. Insiste porque pone todo su ser en la petición, no se muda de ella. El no reza con «palabrería» pero si con insistencia.
No sólo Jesús «insistía» en oración, «repitiendo las mismas palabras» sino que le pidió a sus discípulos en Getsemaní que lo acompañasen en Su oración. Ellos ya habían rezado en la Ultima Cena con El por mucho tiempo. Ahora tenían sueño. Tal vez pensaron que no había razón de seguir insistiendo en la oración. El hecho es que lo abandonaron en la oración. Muchos hoy día hacen igual. Les parece aburrido repetir los profundos misterios de nuestra fe y se quedan dormidos.
En cuanto al rosario, lo que repetimos son oraciones bíblicas:
- -El Padre Nuestro (Mt 6,9-13);
- -Ave María en gran parte en la Biblia. Lc 1,28-55: Jn 2,1-11. La segunda parte es nuestra respuesta confiada, acogiéndonos a la Madre que Dios nos ha dado.
- -El Gloria (2 Cor 13,13-14)
Conclusión
No se debe confundir el rezar con «palabrería» con la «oración insistente» que nos enseña Jesús.
Insistir es recaer sobre el mismo tema. La oración insistente es por ende repetitiva pero no necesariamente es «palabrería». Depende de la disposición del corazón.
Jesús enseña a rezar de corazón, como El mismo reza, siendo todo amor y obediencia al Padre. Los que saben rezar son los humildes, los que de corazón claman al Señor porque reconocen que necesitan de El cada instante, los que son como niños.
El problema no es la repetición sino la charlatanería. El Santo Rosario y otras oraciones repetitivas, si se rezan de corazón, meditando sus misterios, con humildad, no sólo son aceptables sino que constituyen una «oración insistente» tal como es recomendada en la Biblia.